viernes, 5 de agosto de 2016


Estas son las cosas que evidencian la incapacidad de los que gobiernan este país para superar el trance actual de catástrofe económica, inflación espeluznante y desabastecimiento atroz; estas son las cosas que justifican el referendo revocatorio para así  interrumpir constitucionalmente la tan nefasta gestión de Maduro y de sus conmilitones.
Me refiero a la resolución 9.855, publicada en Gaceta oficial 4.0950. De dicho documento resalto los siguientes aspectos: en primer lugar es un régimen de carácter obligatorio para todas las entidades  de trabajo “públicas o privadas” de producción y procesamiento de alimentos; en segundo lugar se concibe como un “préstamo” temporal de trabajadores de esas empresas públicas o privadas para subsanar necesidades que en materia de recurso laboral tengan las empresas agroalimentarias expropiadas por el Estado; y en tercer lugar, su pretendida finalidad es “aumentar y fortalecer la producción” de esas empresas estatizadas. Todo esto que referimos merece una apreciación que, sin lugar a dudas, nos conducirá al escenario del indetenible fracaso del autoritarismo totalitario.
Por supuesto que lo de “obligatorio” choca contra principios constitucionales, es una vejación a la propia Ley orgánica del trabajo y se incurre en lo que la OIT denomina como “trabajo forzoso”, organización de la cual es miembro Venezuela, por lo tanto es firmante de sus declaraciones y convenios.  Lo otro que reflexiono se refiere a lo siguiente: ¿qué empresa privada hoy en día está en capacidad de “prestar” sus trabajadores? Yo no creo que hoy el empresario privado, en su mayoría arruinado, tenga trabajadores en “exceso” para ser prestados; a no ser que se trate de la Polar, que anda con sus trabajadores del “tingo al tango”, producto de la falta de materia prima y de divisas; pero también viendo eso desde  las propias empresas del Estado que ameritan un impulso en su producción de alimentos, es inocultable   que dichos entes tienen una nómina elefanciaca, y ahora por esta resolución gubernamental se infiere que también  es improductiva y sin preparación, por lo que esos organismos necesitan recurso humano capacitado de otras partes; se trata entonces de la crisis clientelar y burocratizada del estatismo irracional.
Pero en fin, esta medida está signada por el fracaso debido a su tufo de error histórico de nefastas experiencias que por cierto son propias de sociedades totalitarias. Por ejemplo, la famosa tragedia china de los años 50 que se denominó el “Gran Salto Adelante”, concebido como una gigantesca movilización de trabajadores que impulsó Mao Tse Tung con la pretensión, y bajo una estricta planificación centralizada, de transformar en un santiamén ese país rural en una potencia productora de acero, y cuyos resultados fueron pobrísimos en cantidad y en la calidad del producto debido a la escasa capacitación de la mano de obra utilizada y por la ausencia de plantas siderúrgicas e inexistencia de tecnología adecuada. Se destaca que esta especie de “colectivización” de trabajadores sacados  de los campos fue de tal irresponsabilidad y sobrexplotación que generó hasta  una atroz hambruna con su secuela de millones de personas muertas.
Y hay otros caso de esta cacofonía mental propia de regímenes totalitarios; me refiero  al fracaso de la “zafra de los 10 millones”, un proyecto de Fidel Castro durante los años 60  y que consistió en movilizar la mitad de la población cubana hacia el campo para el cultivo masivo de caña de azúcar, diáspora que terminó en un completo fiasco productivo y que incluso paralizó el resto de las industrias del país.
La economía no es un problema de mandonería; vean la historia.

Vallejobelis3@gmail.com