jueves, 7 de julio de 2016


El Presidente Nicolás Maduro y sus pretorianos transmiten sus añoranzas a través de personajes propios de la decadencia moral. Recientemente, utilizaron a Didalco  Bolívar para que pregonara un sueño ideológico que nos regresa a esas épocas del “monaguismo” en Venezuela y del “fujimorazo” en el Perú.
El inefable Didalco, con su exigencia noticiosa de disolver la Asamblea Nacional y de convocar nuevas elecciones, nos lleva al 24 de enero de 1.848. Esa fecha hace referencia a una  incivilización denominada el “asalto al Congreso”.  Nuestra nación, en sus inicios como república, vivió una aguda crisis económica y social, profundizada por los intereses de agrupaciones políticas  confrontadas intensamente en todos los escenarios.  Por un lado estaban los “Liberales”, movimiento constituido por Antonio Leocadio Guzmán con algunos sectores de pequeños y medianos propietarios e intelectuales, quienes batallaban contra los “Conservadores”, sector integrado por los  terratenientes y el militarismo de José Antonio Páez. A raíz de la derrota de los Liberales en el año 1.846, que le costó un carcelazo a Guzmán, los Conservadores consolidaron su poder en el Congreso de la República, y siguiendo instrucciones del propio Páez, designaron como Presidente de Venezuela a la “primera lanza del llano”, José Tadeo Monagas, otro prócer tan caudillista como el “centauro” de Portuguesa, y  quien prontamente decidirá ejecutar su propia agenda política, dándole la espalda al “catire” y sacando de la prisión al Jefe del “Liberalismo”.
Ante este “salto de talanquera”, los “Conservadores”, con su mayoría de diputados, deciden desarrollar un juicio político en función de destituir al primer mandatario nacional, y para eso se trasladan  a Puerto Cabello e interpelan a los ministros de Monagas; no obstante, el Congreso de la República es atacado por una multitud de monaguistas que entraron al recinto y disolvieron violentamente el Parlamento, con un saldo de heridos y muertos. Después de esta acción a mansalva, Monagas reforzó su dominio con un Poder legislativo arrodillado.
Pero el “prócer” Didalco también nos pasea por la historia Latinoamericana con el llamado “fujimorazo”, acaecido en la hermana nación peruana. Resulta que Alberto Fujimori asumió la investidura presidencial en el año 1.990, pero su plataforma partidista, “Cambio 90”, era minoría en el Congreso Nacional de ese país, existiendo así un contundente contrapeso de poderes que incomodaba al fujimorismo. Llegó un momento en que el “chino”, con el argumento de necesitar amplias facultades para enfrentar a la guerrilla de Sendero Luminoso, le solicita al Parlamento Nacional la aprobación de un “decreto de emergencia”, petición que fue negada por la mayoría de los diputados, quienes al contrario, le impusieron un mayor control, además de abrirle una investigación por violación a los derechos humanos.
La conducta de Fujimori fue el autoritarismo: con el apoyo de las Fuerzas Armadas, disolvió el Congreso de la República y les metió los tanques, contando para ese momento, por cierto, con la simpatía de la mayoría del pueblo peruano y con la complicidad de la OEA (¿me leyeron bien?).  
Quizás hasta aquí, Didalco y su titiritero sonríen; pero no, ¡lean bien!:  tanto Monagas como Fujimori contaron con apoyo mayoritario del pueblo; incluso, el autócrata peruanojaponés tuvo hasta la complicidad de instituciones internacionales; en cambio, el titiritero de Didalco no tiene ni un 30% de apoyo popular, y en el escenario internacional está bajo vigilancia y ojeriza.
 Le advierto también al titiritero  que el final de esas aventuras autoritarias  fue un Monagas sacado a patadas del poder en una guerra civil y  un Fujimori envejeciendo en la cárcel.
 Como que los tiempos pasan, pero no cambian.
Beltrán Vallejo

vallejobelis3@gmail.com

viernes, 1 de julio de 2016


EN CUMANÁ, LO QUE SE DICE NO ES.
Los hechos de Cumaná están dejando una secuela paradójica que genera  una acuciante curiosidad e incita al más peculiar “mirar de reojo”, ya apagado el humo de los saqueos. Quizás en esta alocada realidad cumanesa se están presentando expresiones de la degradada, descompuesta y deteriorada situación que impera en el poder “rojo”, tanto regional como nacional.
En su ritual ditirámbico de juez y verdugo, el Presidente Maduro se pronunció sobre los saqueos de Cumaná, y lo hizo de una manera lacerante con estas palabras: “Sectores armados y violentos de la derecha están presos (…), están presos los autores directos que impulsaron los hechos violentos”. Acompañando este retoricismo presidencial, el vicepresidente Aristóbulo Istúriz complementó con lo siguiente: "Aquí (en Cumaná) no ha habido una acción espontánea del pueblo, aquí ha habido un plan”. Después que este “sanedrín” se pronunciará, efectuando un dibujo libre de “otro crimen de la oposición”, se generaron algunos acontecimientos que merecen ser analizados de manera muy puntual.
 Freddy Bernal, el jefe de los “benditos” Clap a nivel nacional, anunció las capturas de los supuestos líderes de los saqueos cumaneses, cuyas características contradicen el ditirambo de Maduro y de Aristóbulo. Por ejemplo, se anunció la detención de José Luis Marcano, alias  “el varón”, un conocido funcionario del tristemente célebre exgobernador Enrique Maestre, a quien acompañó como jefe de la “misión vida” y como director del Servicio Autónomo Integral para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes(Sapinaes), siendo destituido después por el actual gobernador Acuña; e incluso, también fue director de la Oficina de Prevención del Delito, donde realizó labores de mediador con bandas delictivas durante el proceso variopinto calificado de “pacificación”, entre los años 2009 y 2010; cabe destacar que este personaje fue detenido en el año 2014 cuando parientes de privados de libertad protagonizaron en Cumaná cierres de vías y quemas de cauchos que colapsaron la ciudad, acciones cuya jefatura recayó en este “pastor de una iglesia evangélica”. Como continuación de los partes policiales de Bernal,  se  anunció también la captura de Rafael Quijada, alias “Tasmania”, miembro del Frente Bolivariano de motorizados, y calificado como otro líder responsable de los saqueos.
Los procedimientos continuaron en otro ámbito penal. Recientemente fue  destituido y puesto tras las rejas el dirigente psuvista Mauricio Mudarra, quien, hasta el momento de su detención por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), fungía como coordinador regional de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos, además de ser connotado dirigente del PSUV, fue diputado de la Asamblea Nacional por el MVR, y llegó al cargo de Secretario Privado del actual Gobernador. Su detención se debió a una solicitud del Tribunal 2do. de Control del Circuito Judicial de la ciudad de Cumaná,  bajo acusación de actos de corrupción; es decir,  estamos hablando  que le pusieron los “ganchos” al que es nada más y nada menos el jefe del ente de control y defensa del consumidor en la entidad sucrense.
Hasta ahora, a pesar de los señalamientos kafquianos de Maduro y de su combo, estos figurines de origen chavista o madurista son los que están tras las rejas, y esta realidad deja mucho que pensar sobre la cohesión psuvista.
 ¿Qué pasa dentro del chavismo, cuyo pus degradante explotó enmadurado en la pobre Cumaná? Quizás adelantó una respuesta de esta interrogante cuando digo que el proyecto político imperante en este país, desde casi dos décadas, se asemeja hoy a una casa descrita en una novela de Rodolfo Izaguirre cuyos moradores son devorados por escorpiones, cucarachas y ratas en un clima opresivo y alucinante.
BELTRÁN VALLEJO.

Vallejobelis3@gmail.com