lunes, 11 de abril de 2016

ASÍ PAGÓ EL DIABLO.
 Beltrán Vallejo

En estos días se cumple un aniversario más de los sucesos del 11,12 y 13 de abril del año 2002. Se trata de unos eventos sin parangón dentro del contexto de los golpes de Estado en la Historia Latinoamericana. Fueron días tan contradictorios, que parece que se mezclaron   los sueños con las pesadillas; y en particular, en medio de esa mescolanza surgió una paradoja: un héroe vuelto triza, que se llama Raúl Isaías Baduel, el que rescató a Chávez de su prisión en Turiamo.

Galileo dijo una vez: “Desgraciados los países que necesitan héroes”; pero, ¿qué diría él sobre los héroes desgraciados?   Efectivamente, hay una épica colectiva, que se construyó de manera sistemática por  romanticoides, que afirma que a Chávez lo rescató el pueblo de los golpistas; sin embargo, los hechos más contundentes apuntan a que fue una operación militar “eficaz”, lo que restituyó  el hilo constitucional que fue destrozado por la autoproclamación de Carmona Estanga. Esta  operación de salvación fue dirigida por una élite pretoriana bajo el mando del General  Baduel, el líder del batallón de Paracaidistas de Aragua. La Democracia entonces fue salvada por un hecho corajudo, cuyo héroe inspirador  fue Baduel, y que no costó ni un muerto (recordemos que los caídos fueron los tiroteados el once y los que cayeron el doce por represión policial y saqueo). Es decir,  Chávez regresó al poder sin despeinarse.  Fue un rescate “punta en blanco”; un evento  sin igual en medio del bestialismo que ha caracterizado a las refriegas con el golpismo suramericano.
 A veces, sobre este rescate hollywoodense de Chávez en Turiamo, me pregunto lo siguiente: ¿cómo fue posible  que lo golpistas, en su planificación subversiva, no analizaron la variable Baduel en Maracay? Si la CIA estuvo involucrada en esa desestabilización, no cabe dudas que fueron bien miopes por dejar ese “cabo suelto”. Quizás ese tipo de error era el que necesitaba Allende para salvarse.

No obstante, y ahí viene la paradoja,  ese héroe fue  sentenciado y sometido a prisión por más de siete años (hasta ahora, el único de los ministros del chavismo), y su excarcelación fue el año pasado con régimen de libertad condicional. Según la justicia chavista, la justicia de los bufones y arlequines, este oficial, que dirigió la “Operación Restitución de la Dignidad Nacional, fue condenado por apropiación indebida de 30 millones de bolívares y 3,9 millones de dólares, después que alcanzó la gloria institucional como General en Jefe y Ministro de la Defensa, cargos y ascensos que le otorgó su “compadre del alma”.

Una interpretación sobre este severo destino de Baduel, plantea que no se trató de un castigo por corrupto, sino que Chávez no le perdonó su disidencia durante el año 2.007, ya que Baduel, apenas salir del Ministerio de la Defensa y colgar el uniforme, irrumpió en un acto de rotundo contenido simbólico, donde se pronunció en contra del proyecto de reforma constitucional que impulsaba el Presidente. Se recuerda que el referendo de ese año terminó en la única derrota que en vida tuvo este caudillo; por lo tanto,  la venganza.

 Unos dirán que así deben de pagar los traidores; otros dirán que Chávez no quería sombra que afectara su liderazgo en el estamento militar, por lo que había que acabar con la leyenda de Baduel mediante el asesinato moral (sobre todo, después que había enseñado los colmillos de la disidencia). Al final de cuentas, Baduel es la manifestación de un soldado atrevido que se hizo trágico, porque lo arrastraron las aguas de un albañal.
En el chavismo, los héroes están demás. ¿Me leyó, General Padrino?