¿DUERME USTED, SEÑOR MADURO?
El título de este artículo está asociado a la creatividad rebelde de aquellos
agitados años 60, en una Venezuela bajo la afiebrada influencia romántica de la
recién instalada Revolución Cubana, y recién comenzando también el período democrático representativo de la
Presidencia de Rómulo Betancourt. Con este
¿Duerme usted, señor Maduro?, tomo como
referencia a Caupolicán Ovalles y a su
famosa obra poética intitulada ¿Duerme usted, señor Presidente?, un poemario dedicado precisamente al
gobernante adeco.
Caupolicán, poeta caraqueño, principalísima figura del movimiento
artístico denominado “Techo de la Ballena”, exguerrillero, militante del MIR,
desterrado político e irreverente contumaz, fue creador de un poemario irónico que transmite una hombría de verso trepidante
y viril que cachetea duro a un gobierno que en el año 1.962 le estaba aplicando
al pueblo venezolano unas medidas económicas de corte neoliberal, bautizadas
como “ley de hambre”, con rebajas de sueldos y salarios en un 10%, aunado a un
aumento bestial en los precios de bienes de consumo y en las tarifas de servicios, además del
incremento de los impuestos; todo esto como consecuencia de una devaluación de
Bs. 3, 35 por dólar a Bs. 4, 50, presentándose
así en este país, por primera vez en el siglo XX, el fenómeno inflacionario. En
sí, todas esas políticas generaron un descontento social, con marchas de
desempleados y protestas en los barrios
que produjeron los primeros muertos del
Estado “democrático”, estimulando así la revuelta juvenil que se tornó guerrillera.
Este poemario le produjo a
Betancourt una mayúscula rabieta, al punto que le exigió a su ministro policía,
Carlos Andrés Pérez, la pronta detención del poeta; pero el “gocho” le objetó
tal decisión por lo inadecuado de este carcelazo que derivaría en un costo político
internacional innecesario, y hasta le dijo que se despreocupara de este libro
que no lo leería nadie, no pasaba de quinientos textos su publicación; sin embargo,
Caupolicán
no se ganó la prisión, se ganó el exilio, y los versos tuvieron una
significativa divulgación.
Así pues, de la misma
manera que el poeta guerrillero, hace 54 años, hizo del sonambulismo
presidencial de Betancourt un tema que desnudó el carácter antipueblo de la
élite gobernante, hoy también quiero hacerle un reclamo a este Nicolás Maduro
que no merece dormir, que no merece acostarse bien gordo y mofletudo, panzudo
él, engolosinado él, haciendo las veces de
hombrote recio en la cómoda alcoba presidencial, mientras un pueblo gime
porque no come, sufre porque no se alimenta, llora porque millones de niños de
millones de hogares no se nutren y se desmayan en las escuelas, mientras el
país anda sus desandares y deambula de aquí y allá con un tropel intestinal que
es el hambre del pueblo, y que en vez de
alimentos, el gobierno le da plomo, y ahí tenemos el ejemplo de la revuelta
saqueadora de mi Cumaná que quedó en escombros como consecuencia del hambre y del hampa, hermanados estos factores
por la angustia tripal.
Hoy, homenajeando a
Caopolicán, le endilgo a Maduro lo mismo que este le dijo a Betancourt: “Te
llaman José el de los sueños, el de las vacas sagradas, el dueño de las vacas
más flacas y Presidente de la sociedad Condal del sueño. Tus amigos te llaman
Barbitúrico. ¿Hasta cuándo duerme usted, señor Presidente? Si adora la vaca,
¡duerme!; si al becerro adora, ¡duerme! Y si el General le da su almuerzo,
duerme como una lirona o le da una pataleta de sueño. ¿Duerme usted, señor
Presidente? Le pregunto por ser joven apuesto y no como usted, señor de la
siesta”.
Beltrán Vallejo
Vallejobelis3@gmail.com