ASÍ
PAGÓ EL DIABLO.
Beltrán Vallejo
En estos días se cumple un aniversario
más de los sucesos del 11,12 y 13 de abril del año 2002. Se trata de unos
eventos sin parangón dentro del contexto de los golpes de Estado en la Historia
Latinoamericana. Fueron días tan contradictorios, que parece que se mezclaron los
sueños con las pesadillas; y en particular, en medio de esa mescolanza surgió
una paradoja: un héroe vuelto triza, que se llama Raúl Isaías Baduel, el que
rescató a Chávez de su prisión en Turiamo.
Galileo dijo una vez: “Desgraciados
los países que necesitan héroes”; pero, ¿qué diría él sobre los héroes
desgraciados? Efectivamente, hay una épica colectiva, que se
construyó de manera sistemática por
romanticoides, que afirma que a Chávez lo rescató el pueblo de los
golpistas; sin embargo, los hechos más contundentes apuntan a que fue una
operación militar “eficaz”, lo que restituyó
el hilo constitucional que fue destrozado por la autoproclamación de
Carmona Estanga. Esta operación de
salvación fue dirigida por una élite pretoriana bajo el mando del General Baduel, el líder del batallón de Paracaidistas
de Aragua. La Democracia entonces fue salvada por un hecho corajudo, cuyo héroe
inspirador fue Baduel, y que no costó ni
un muerto (recordemos que los caídos fueron los tiroteados el once y los que
cayeron el doce por represión policial y saqueo). Es decir, Chávez regresó al poder sin despeinarse. Fue un rescate “punta en blanco”; un evento sin igual en medio del bestialismo que ha
caracterizado a las refriegas con el golpismo suramericano.
A veces, sobre este rescate hollywoodense de
Chávez en Turiamo, me pregunto lo siguiente: ¿cómo fue posible que lo golpistas, en su planificación
subversiva, no analizaron la variable Baduel en Maracay? Si la CIA estuvo involucrada
en esa desestabilización, no cabe dudas que fueron bien miopes por dejar ese
“cabo suelto”. Quizás ese tipo de error era el que necesitaba Allende para
salvarse.
No obstante, y ahí viene la
paradoja, ese héroe fue sentenciado y sometido a prisión por más de
siete años (hasta ahora, el único de los ministros del chavismo), y su excarcelación
fue el año pasado con régimen de libertad condicional. Según la justicia chavista,
la justicia de los bufones y arlequines, este oficial, que dirigió la “Operación
Restitución de la Dignidad Nacional, fue condenado por apropiación indebida de
30 millones de bolívares y 3,9 millones de dólares, después que alcanzó la
gloria institucional como General en Jefe y Ministro de la Defensa, cargos y
ascensos que le otorgó su “compadre del alma”.
Una interpretación sobre este severo
destino de Baduel, plantea que no se trató de un castigo por corrupto, sino que
Chávez no le perdonó su disidencia durante el año 2.007, ya que Baduel, apenas
salir del Ministerio de la Defensa y colgar el uniforme, irrumpió en un acto de
rotundo contenido simbólico, donde se pronunció en contra del proyecto de
reforma constitucional que impulsaba el Presidente. Se recuerda que el
referendo de ese año terminó en la única derrota que en vida tuvo este
caudillo; por lo tanto, la venganza.
Unos dirán que así deben de pagar los
traidores; otros dirán que Chávez no quería sombra que afectara su liderazgo en
el estamento militar, por lo que había que acabar con la leyenda de Baduel
mediante el asesinato moral (sobre todo, después que había enseñado los
colmillos de la disidencia). Al final de cuentas, Baduel es la manifestación de
un soldado atrevido que se hizo trágico, porque lo arrastraron las aguas de un
albañal.
En el chavismo, los héroes están
demás. ¿Me leyó, General Padrino?