jueves, 27 de octubre de 2016

En África se dice que cuando un anciano muere arde una biblioteca.

En Venezuela…se murió un viejo.

Falleció en Chamariapa Afuera Eugenia Alcalá, 
próxima a cumplir 105 años

Félix R. Bejarano
CNP 19.587

Hoy, cuando me enteré de la muerte en la población de Chamariapa Afuera, municipio Ribero, de la centenaria Eugenia Felicia Alcalá, nacida el 15 de noviembre de 1.911, próxima a cumplir 105 años, madre de Urbano Alcalá y abuela de Pedro Alcalá Farfán y Cruz Alcalá, entre los que conozco, me obliga a escribir esta nota, buscando la reflexión de los que aún desconocen la importancia de los ancianos para indagar en la construcción de las historias locales.

En la tradición de los pueblos de África son considerados  los ancianos como los actores más importantes de las comunidades; a ellos se les consulta, se les oye y es por eso que cuando mueren, consideran que una biblioteca se ha quemado. En Venezuela cuando un anciano fallece, para el común, con la excepción de los familiares, de manera desdeñosa si les pregunta ¿Quién fue ese que se murió? Responderán: ¡Ah no chico ese es un viejo!

Un anciano, aunque no sepa leer y escribir podrá relatar los cuentos, mitos y leyendas que hasta sus oídos llegaron cuando niños. Los acontecimientos más resaltantes en su vida. Nos dirá quien fue un determinado personaje del que queremos obtener información. Describirá las características del sitio dónde nació, de los muertos que salían en las noches. En fin, de muchos temas que no encontraremos en cualquier libro.

Pero si seguimos hurgando en estas personas, ellas podrán señalar quienes fueron  los que ejercían el oficio de  parteras, el sobador de los huesos, el que sacaba las espinas con oraciones, el que santiguaba las lombrices, el que sacaba piezas dentales, el sanador de culebrillas y el que curaba el mal de ojo a los niños, entre tantas dolencias. De todos aquellos que fueron los auxiliares de las poblaciones adonde no llegaba la medicina científica, que por estas zonas fue a partir del año 1939 cuando arribó el primer médico y se creó el primer puesto asistencial.

En estos días he sentido preocupación por los estudiantes del Liceo Raimundo Martínez Centeno quienes, de acuerdo al nuevo pensum deben recopilar información de los sitios donde residen. A los que tocan mi puerta les he preguntado si han recibido orientación acerca de cómo debe realizarse someramente, la manera de adquirir la información que buscan; sólo atinan a decir: nos dijeron que investigáramos, cosa que no puedo afirmar.

Hace algún tiempo me dirigí a algunas escuela bolivarianas invitando a los directivos y maestros a crear las salas de exposiciones y que en ellas existieran exposiciones permanentes con las fotografías de los personajes populares de la comunidad donde se encontraba asentada, entre ellas las de los cultores populares, los personajes como las pateras y sus síntesis biográficas de manera que desde allí los niños se acercaran a sus antecesores. Pero de un deseo no pasó y como sabemos deseos no empreñan.

Las avanzadas tecnologías de la comunicación propician, aparentemente, el conocimiento más avanzado y actualizado, cosa de lo que difiero porque el tío Google, a quien acuden para la búsqueda de información no las tiene todas consigo, a menos de que alguien se la cargue (la información) luego de procesarla hasta hacerla digerible, verificada y creíble.

Es así que reflexiono después de conocer de la muerte de esta anciana para llamar a la atención de los docentes de Cariaco y las poblaciones adyacentes para ir hasta sus aulas a dialogar con los niños y señalarles la importancia de los ancianos en las comunidades.

Eugenia Felicia Alcalá será enterrada este viernes 28 de octubre en el cementerio de Chamariapa Afuera y de verdad que lamento no haber sabido antes de ella.

“En los viejos está la ciencia, Y en la larga edad la inteligencia”.
Job 12:12
Consejo de ancianos de Diabugu en Gambia



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