miércoles, 30 de marzo de 2016

NUESTRO “PERÍODO ESPECIAL”
                                                                         Beltrán Vallejo
 Los venezolanos quizás  estamos viviendo nuestro propio “período especial”. Lo decimos con el paradójico frío del realismo en estos calurosos días de una Venezuela más caribe y más de los años noventa.
Se trató de una cruda etapa de penurias que pasó Cuba,  como consecuencia de una crisis económica que estalló en 1.991 y que se extendió por más de una década. El factor activador de este hecho radica en que la Unión Soviética decidió no continuar los acuerdos comerciales con la isla, por lo que se redujo la capacidad importadora y exportadora del país en un setenta por ciento.
 Las expresiones más severas de este desplome se vieron en la restricción de combustible, paralizando el transporte automotriz. Como expresión de estas circunstancias, predominó la bicitaxi por toda la isla, los autobuses llamados “camellos”(unos camastros arrastrados por cabinas de tráiler) y las carretas tiradas por caballos.
Otro de los efectos más directos de esa crisis fue la escasez de alimentos, como la  carne y otros productos de consumo básico, generando que el aporte nutricional para el pueblo cubano se redujera de 2.845 kilocalorías por día en 1989 a 1.863 kilocalorías por día en 1.994.
En relación a esos datos, nos hacemos las siguientes preguntas: ¿Este cuadro de penuria social y de derrumbe  económico de Cuba, no tiene similitudes con lo que vive Venezuela hoy en día?; ¿nuestro comercio exterior petrolero no se vino a pique, igual que el de  una Cuba que dependía de la monodependencia exportadora de la azúcar?; ¿No nos está pasando lo que Fidel describió sobre el comportamiento social del cubano de aquellos tiempos, en relación al individualismo y el contrabando interno (lo que nosotros llamamos “bachaqueo”)?
Sí, sabemos que estas comparaciones son hasta odiosas, sin embargo no puedo dejar de distinguir esas “odiosas” coincidencias. Quizás la situación actual de Venezuela  no se asemeje a la realidad que vivió aquella Cuba; pero, ¿acaso la comida no se ha convertido en una angustia para la mayoría de los venezolanos,  como lo vivieron los cubanos desde 1.991 hasta 1.999?
Hay una particularidad que hace la diferencia: en esos momentos, un Fidel Castro se encontró a un amigo llamado Hugo Chávez, que le extendió un salvavidas petrolero de 125.000 barriles diarios y una ayuda económica de unos 5.000 millones de dólares al año, convirtiéndose “el Comandante” en el benefactor de una Cuba que regresó al siglo XIX. La diferencia radica en que Venezuela  no cuenta actualmente con un “amigo” así; no cuenta ni siquiera con los chinos ni con los rusos, quienes están pasando su propia crisis económica.
Pero hubo otras estrategias, y sobre eso, ojalá que le hayan dicho a Maduro, en su reciente visita a la Habana, que para sobrevivir tuvieron que incentivar la inversión extranjera, flexibilizar su planificación económica centralista, jerarquizar el turismo con la apertura al capital privado de europeos y canadienses, desestatizar tierras para potenciar la producción agrícola, y  dolarizar parcialmente su economía. Las “gríngolas” ideológicas fueron cayendo, y así, del puño y letra de Fidel castro, salió un decreto para la despenalización de la tenencia de divisas, un Decreto-Ley sobre creación de nuevas formas empresariales y un Decreto-Ley sobre zonas francas; sin embargo, a pesar de todas esas medidas, los niveles del PIB alcanzados por los cubanos  en 1.989 no se pudieron recuperar hasta el 2.004, costándole al país 15 años de su proceso de desarrollo en medio de grandes sacrificios.

Los cubanos sintieron la realidad en 1.991; también la sienten ahorita con el apretón de manos entre Castro y Obama. ¿No la sentirá Maduro?
Para la adquisición de alimentos es necesario realizar largas colas.

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